viernes, 28 de marzo de 2008

Campo Vs. Gobierno: ¿Quién dará el brazo a torcer?

“Aun si el mundo fuera a estallar, yo igual plantaría un manzano”
Martin Luther King

Más de 16 días lleva el campo emitiendo su “reclamo” al gobierno con el fin de reducir el nivel de las retenciones y de recibir un aumento en los subsidios para los pequeños y medianos productores rurales. Los últimos dos discursos de la presidente Cristina Fernández de Kirchner (con su tradicional carisma ante sus seguidores), solo enfurecieron más al campo y no se consiguió llegar a un diálogo pacífico entre el gobierno y los ruralistas. ¿Quién dará primero el brazo a torcer?

Productos de alta rotación como la carne, ciertas verduras, el pollo, los huevos y obviamente los lácteos ya han comenzado a faltar en las góndolas de todo el país. Mar del Plata naturalmente no es la excepción y los grandes supermercados de la ciudad así como los pequeños comercios ya perciben la escasez de productos. Alberto Pellegrini, titular de la Organización de Consumidores Argentinos, afirmó que hablar de “desabastecimiento” es un término demasiado dramático para el momento pero no descartó su preocupación en la problemática relacionada a la falta de ciertos productos en los comercios.

De todos modos la situación es mucho peor en otras tantas ciudades, unidas a Buenos Aires y a otras zonas de producción por rutas comerciales. A pesar de que la ruta 2 no es meramente comercial, en Mar del Plata, la escasez de lácteos y carnes ya puede observarse en los grandes mayoristas distribuidores (ver Semana Santa: imposible disfrutar).

Cerca de las 19.30 del jueves finalizó el discurso de Cristina Fernández de Kirchner, donde intentó calmar las aguas al proponer el diálogo, siempre que los manifestantes levanten el paro y los cortes de ruta. Tras la finalización de su discurso, los ruralistas inmediatamente repudiaron las palabras de la presidenta electa y reforzaron las medidas de fuerza para continuar con el paro por tiempo indefinido (al otro día el campo decidió levantar el paro). Una cuestión esencial es que el gobierno y el campo hoy en día hablan diferentes idiomas. Kirchner habló de la masiva producción de soja en todo el país, la cual impide que las parcelas se utilicen para cosechar trigo, maíz o bien para desarrollar la ganadería. Esta producción de los sojeros, es exportada en más de un 93% en el mercado internacional. Es decir que una gran parte de las hectáreas de nuestro país son exclusivamente para trabajar y exportar la soja. Esto genera que los ingresos sean exclusivamente para los productores (con las reconocidas retenciones en aumento), que la carne y el maíz sufran un aumento debido a la menor cantidad de productores que existen y por último que el mercado interno no pueda satisfacerse por completo, razón por la cual nuevamente vuelven a incrementarse los precios. Las retenciones han crecido sin lugar a duda durante los últimos 3 meses en la Argentina y los dirigentes políticos tienen sus razones o excusas para justificar el debido aumento.

Del otro lado de la vereda, o mejor dicho en el medio de la ruta, están los productores rurales con sus razones lógicas para emitir los correspondientes reclamos. Un menor índice de crecimiento durante el último año, escasez de subsidios para los pequeños y medianos productores entre los que encontramos tamberos y ganaderos principalmente y un nivel de retenciones con 14% de aumento en el último período antes y durante la cosecha. Sin subsidios suficientes, sin la debida inversión y con el nivel de las retenciones, el campo comenzó a obtener menos ganancias y a salir perjudicados. Más allá de proponer una reforma agraria o de cortar las rutas nacionales, el reclamo del campo es aceptable siempre que no perjudique la libertad de la sociedad para transitar libremente por el territorio nacional, así como la Constitución estipula. Sin embargo es muy valioso que la sociedad rural y los productores de todo el país (los que invierten miles de pesos en fletes y los que están cerca de la ciudad), se hayan agrupado en muchas provincias del país para hacerse oír bajo un mismo pedido de igualdad y trabajo. Quizá no es la manera indicada porque su medida de fuerza repercute directamente en la sociedad y no en el gobierno, pero es aquí donde nuestros gobernantes deberán encontrar el camino más viable para evitar un mal mayor y ponerle fin al conflicto.

El campo y el gobierno hablan estos dos idiomas diferentes y no parece haber traductor que logre hacerlos dialogar pacíficamente. Se pidió que primero se levante el paro para llegar al diálogo, mientras que el campo exigió un descenso en las retenciones para permitir la libre circulación en las rutas y evitar que el problema siga intensificándose.

Una guerra de verdades y mentiras, de patriotismo y oportunismo político. Un conflicto sociopolítico entre un poderoso sector económico de nuestro país y el gobierno nacional hace meses renovado, que no parece tener mediador ni pronta solución. Mientras el diálogo continúe ausente, los productos seguirán faltando en las góndolas y los productores continuarán en "guerra" con la Rosada. Quizá retroceder no es un símbolo de debilidad, y sentarse a dialogar tampoco terminará con los beneficios que el campo ha obtenido después de tanta lucha en la historia del siglo XX. ¿Quién dará primero el brazo a torcer? ¿Cuál es la solución más viable al conflicto? ¿Quién debería intervenir? ¿Hasta cuando el campo enfrentado al gobierno? Un nuevo dilema entre perder libertad y apostar al futuro del progreso de la República Argentina.

"Sólo existe un sentimiento mayor que el amor a la libertad: el odio al que te la quita"
Ernesto Che Guevara

domingo, 23 de marzo de 2008

Semana Santa: Imposible disfrutar

Un nuevo fin de semana para disfrutar en familia, que tradicionalmente trae problemas cada año. Cuando Semana Santa se aproxima, centenares de familias planean un viaje de placer para escapar del trabajo y lo cotidiano. Pero quienes escaparon de Buenos Aires para intentar disfrutar de unos días en Mar del Plata o en distintos puntos turísticos, chocaron con innumerables obstáculos que impidieron disfrutar de unas mini vacaciones.

Con las estaciones de micro fuera de control, repletas de personas que anhelaban viajar, los problemas no tardaron en llegar. Para salir de Buenos Aires, Panamerica, General Paz y posteriormente Ruta 2 se habían convertido en un caos total. Llegaron los primeros accidentes por excesos de velocidad, fallas mecánicas, inadecuado descanso de los choferes y el mal tiempo, daban inicio a un fin de semana largo y trágico.

Pero surgiría un pequeño problema en las rutas de todo el país. Miles de trabajadores del campo habían decidido cortar el camino, obstruyendo el paso de los turistas y viajantes, para protestar por la situación económica que el sector rural se encuentra atravesando. Con las maquinarias sobre la ruta y las camionetas 4x4 cortando la calle, comenzó un nuevo caos entre quienes protestaban y quienes pretendían pasar para llegar al destino turístico. Insultos, atropellos, opiniones encontradas y mucha intolerancia fue lo que aumentó la temperatura sobre el asfalto. Trabajadores de un sector de alta retribución económica con una actual nefasta relación con el gobierno de turno, eran instigados por familias de todas las clases económicas que intentaban llegar a Mar del Plata y al resto de los puntos turísticos de la costa.

Una vez atravesada la barrera, los recién llegados comenzarían a luchar con los precios de los alquileres por fines de semana y con la inundación en Mar del Plata del día miércoles donde tras 30 minutos de lluvia, distintos puntos de la ciudad quedaron totalmente anegados.

Tras la tensión y el posterior intento de relajación al comprender que ya estaban de vacaciones, era hora de hacer las compras. Durante el jueves y viernes, a pesar de los altísimos precios que hace semanas vienen subiendo, la situación era medianamente normal. Pero rápidamente comenzaría a notarse la falta de trabajadores en el campo y el posterior impedimento de la llegada de camiones de este sector a las ciudades. Sancor no pudo abastecer a todo Mar del Plata y La Serenísima escatimó notablemente en la cantidad de leche entregada con el aparente rumor que se refería a que durante la próxima semana faltará leche y productos lácteos con mayor intensidad. La carne sufrió un aumento y solo tres grandes frigoríficos de Mar del Plata controlaron los precios y la cantidad de mercadería entregada, donde también se apreció la falta de carne en los supermercados.

Con un viernes santo no tan santo en el que muchos no comen carne, los moluscos habían sufrido las consecuencias de la marea roja y un fuerte aumento había tenido el valor del pescado como suele acontecer para esta época. Ciertas verduras comenzaron a faltar en los comercios, los pollos aumentaron su valor y eran entregados en menores cantidades, la carne fue totalmente insuficiente y el aceite casi un fantasma en las góndolas. ¿Y ahora que comemos? ¿Huevos? Principalmente había huevos de chocolate, porque los huevos fueron otros de los productos que tras el paro en el campo, comenzaron a faltar, con un posterior aumento en su costo.

Quienes intentaron evadir problemas y permanecer en Buenos Aires, debieron afrontar una fuerte tormenta con caída de granizo que derribó árboles y anegó las calles, dificultando un simple fin de semana largo. Es decir que ni en casa, ni de vacaciones, el fin de semana pudo desarrollarse en paz y tranquilidad.

Semana Santa se convirtió en un caos por completo. Precios descontrolados, desabastecimiento de productos, el campo de paro, las rutas nacionales cortadas en varias provincias del país, el mal clima, el valor de los alquileres y la cantidad de accidentes en las calles con muertos y heridos en varias ciudades (sin contar los robos, el precio del dólar, la inseguridad y la ineficiente seguridad – ver "Controles Policiales Descontrolados: punto y coima" – en toda la provincia), fue el nefasto paisaje que la “Semana Santa” nos dejó. Atrás quedó el disfrutar en familia, el hecho de degustar varios exquisitos huevos y roscas de pascua y la paz que debería trasmitir un tradicional fin de semana largo en todo el país. Más largo que de costumbre ya que el lunes es feriado (aunque muchos desconocen el aniversario del golpe militar de 1976) y los turistas podrían disfrutar por completo de los atractivos de Mar del Plata, con un clima estable y despejado durante los días de descanso.

El conflicto en el campo no parece tener pronta solución y continuará el desabastecimiento mientras el gobierno no otorgue una respuesta convincente. El estrés debía disolverse durante el fin de semana largo, pero claramente la situación produjo que sucediese lo contrario. Sin ganas de quedarse, sin ganas de volver… los miles de turistas emprenderán este lunes el regreso a casa, donde deberán atravesar nuevamente la pared de camionetas 4x4 de los “manifestantes” que no toleran más la situación. ¿Está bien que el campo proteste de esta manera? La libertad de expresión y acción termina donde se choca con la libertad de los demás. De esta manera es imposible convivir, es dificultoso vivir y los intereses heterogéneos no son oídos pues los reclamos no están bien direccionados. ¿Cuántas familias trabajadoras pudieron disfrutar de la tranquilidad de Semana Santa? El año recién comienza, las modas van cambiando, y las problemáticas sociales… exactamente las mismas.

Carentes explicaciones, negligente es el accionar y el caos económico fuera de control. Es el dilema del poder, los intereses por los recursos, el exceso de ignorancia en la falta de conocimiento, y la ausencia de cordura en la locura más ética… de la cultura más corrompida.

lunes, 17 de marzo de 2008

Controles policiales descontrolados: punto y coima

Pasadas las 15 hs, dos camionetas de la policía federal se encontraban a un lado de la calle a pocos metros del Campig El Faro, sobre Ruta 11, para detener ciertor automóviles con el fin de realizar un simple control. Registro, seguro, tarjeta verde y una pequeña multa ante cualquier leve infracción. Es ese mismo horario, sucedía exactamente lo mismo en la intersección de Juan B. Justo y Buenos Aires, donde los vehículos que eran detenidos eran motos preferentemente. En Tucumán y la avenida Paso (a pocos metros de la otra barrera policial), se llevaba a cabo el mismo control. En Tucumán y Avellaneda, en Santa Fe y Alberti y seguramente en algunos puntos más, la policía se encontraba “trabajando” y haciendo simples controles con el supuesto fin de regular el tránsito.

Podría pensarse que el motivo de tantos efectivos policiales, se debería a la búsqueda de algún auto en pedido de captura, pero la misma policía negó esta posibilidad y se afirmó que eficientemente era un tradicional control de rutina. ¿Quién da la orden de salir a realizar tantos controles a la misma hora en Mar del Plata? ¿Es necesario destinar tantos efectivos para esta tarea o sería más eficiente que protejan a los comercios de los constantes robos en la ciudad?

Esos mismos controles se mantuvieron en Mar del Plata durante 3 días, aunque con cercanos cambios de posición. Más allá de que algunos conductores entrevistados habían sido detenidos 2 y hasta 3 veces en una misma hora, y que más de uno coimeó a un policía para saldar su falta de seguro u otra infracción, vale la pena repetir la pregunta ¿Tantos efectivos para esta tarea? ¿Para qué?

Es de público conocimiento que la policía recibe poco dinero para patrullar en las calles y esta es una de las causas por las que deben salir a “trabajar” y hacer controles muchas veces con el fin de recaudar dinero, en lugar de hacer multas. Suena paradójico, pero existen policías que lo reconocen sin titubear. 20 o 30 pesos y algunas monedas sobre el auto, alcanzan para que la policía deje pasar por alto la falta de seguro, o que este haya vencido días atrás. Lo más trágico es que no es novedad que la policía acepte dinero para no hacer multas en Mar del Plata. ¿Es peor que la gente en este país evite ciertos gastos del auto con coimas o que la policía acepte este mismo dinero para no labrar un acta o emitir una multa? ¿Qué pasó con las cámaras fotográficas que iban a instalarse en puntos estratégicos de la ciudad para detectar a quienes cometían una infracción?

Por último un dato que solo deja un sentimiento de impotencia ante las fuerzas policiales. El mismo día de los controles policiales, un local de computación a pocos metros de Juan B. Justo, fue asaltado por dos menores que escaparon con la recaudación del día y una casa en la que viven dos ancianos en el barrio San José fue saqueada por delincuentes sin dejar rastro.

¿Es inseguro vivir en Mar del Plata? ¿Está bien distribuida la escasa seguridad con la que contamos? Lo seguro es que durante esos mismos 3 días, hubo más de los 4 controles policiales mencionados. Lo seguro es que en ese mismo horario, hubo más de los 2 robos antes notificados. Lo seguro es que la policía no estaba cumpliendo su rol eficientemente. ¿Zona liberada? ¿Controlar el tránsito para conseguir dinero a cambio? ¿Cuánto dinero se recauda por día en controles policiales? ¿Quién decide que se realicen tantos controles en un mismo horario y que varios automóviles sean detenidos 2 veces durante su regreso a casa? ¿Cuántos robos pudieron haberse evitado con una distribución policial más eficiente y regulada? Las preguntas alcanzan para llenar un simple blog, las respuestas… ni siquiera ocupan una efímera línea de comentario.

sábado, 15 de marzo de 2008

Olvidar, reprimir y justificar

La ilusión de cambio ante una propuesta que mejore nuestra convivencia, nuestro bienestar o a nuestra ciudad, es un sentimiento casi imposible de no sentir. Al surgir un problema que perjudique a la ciudad, nuestros dirigentes (tras quejas, reproches, colecta de firmas, protestas, cartas y mucha desesperación), suelen prometer o proponer una solución o un proyecto para solventar ese mismo problema. Pero la desilusión comienza sin lugar a dudas, cuando las promesas no se cumplen.

120 Millones de pesos supuestamente invertidos por capital del Estado y capital privado de empresas para la Estación Ferro-automotora de la que aún nada vimos. Miles de pesos para construir el Emisario Submarino todavía en tratamiento. El basural, el predio de la ex Villa de Paso (y el traslado de las familias), el conflicto de las playas del sur, el predio del ex estadio de Aldosivi en el Puerto de la ciudad, el asfaltado de las calles (ver las calles de mi ciudad) y otros problemas aún sin resolver para los cuales nos han hecho promesas. Promesas que serían soluciones si tan solo se llevasen a cabo y se cumpliesen.

Ante el reclamo popular, la reacción inmediata del gobierno local es ofrecer una humilde propuesta que ilusione a los marplatenses, prometiéndoles así un cambio o una mejora. Pero la memoria parece fallarles a muchos dirigentes políticos y comienzan a olvidar, a reprimir lo que propusieron y a justificarse con ideas a futuro. “En 3 meses comienzan las obras de la Ferro-automotora”, “En diciembre de 2006 la Ferro-Automotora finalizará su construcción”, “En abril de 2007 el Emisario Submarino comenzará a funcionar”, y luego al acercarse las fechas, se coloca un nuevo futuro plazo con una posterior excusa que calme las aguas. Más allá de la falta de ideas, lo que provoca dolor es la desilusión. Esa misma que sentimos cuando los meses pasan y la ciudad que tanto queremos esta igual o peor que antes (factor que los turistas perciben, lo cual no es un hecho menor en una ciudad turística como Mar del Plata).

Es muy simple prometer si aquello que prometemos no lo cumplimos. Es aún más sencillo ilusionar al pueblo con propuestas sin hechos y todavía más fácil es desilusionar a toda una ciudad con la inoperancia. Porque es tremenda la impotencia o la falta de recursos, pero aún más triste y nociva es la inoperancia política. Aquella que promete y no hace, que habla y no construye, aquella que se hace oír pero ya nadie quiere volver a escuchar.

¿Cuándo comenzará el cambio en Mar del Plata? Si un cambio de gobierno parecería no hacer la diferencia, entonces ¿Qué debe suceder para que la situación cambie en la ciudad? Las obras en la calle Sarmiento se demoraron semanas y hasta meses, las obras en la Ferro-automotora aún son una utopía, el tren bala… ¿realmente es necesario? Algo está pasando, nada está cambiando y todos comenzamos a olvidar.

Quizá sea la misma sociedad la que deba hacer un cambio de 180º o tal vez el tiempo nos otorgue alguna solución. Pero mientras tanto, ante los problemas emergentes, nos seguirán prometiendo e ilusionando sin soluciones eficientes ni llevadas a la práctica. Es esperanza que se va perdiendo, es ira que entre los marplatenses va creciendo, es la impotencia de no poder resolver nada, es la inoperancia política la que detiene el crecimiento de la ciudad y es simplemente proponer un cambio en Mar del Plata, olvidar, reprimir y empezar a justificar lo injustificable.

viernes, 14 de marzo de 2008

Las calles de mi ciudad

A principios del 2007, el estado del asfalto y las calles aún sin asfaltar, ocupaban en los medios locales, un lugar importante que provocó el enfrentamiento de muchos marplatenses con la Municipalidad sin obtener ninguna solución. Se prometió el avance de las obras, una paulatina mejora en el estado de las calles y un lento proceso para asfaltar las calles de tierra y piedra en los barrios periféricos de la ciudad.

A mediados del mes de marzo del 2008, las calles céntricas se encuentran en el mismo estado de antes o aún peor. Pozos, baches, veredas rotas, fracturas en el asfalto... un bello decorado para quien transita a diario por las principales calles del centro. Aún peor continúa siendo el estado de las calles en los barrios más alejados. Son contadas con una mano las calles por las que se puede transitar en buen estado y sin disturbios. Pero el problema no es igual en todos lados, sino que va cambiando de barrio en barrio, como el estilo de la arquitectura.

En el centro hallamos constantes pozos y baches en Santiago del Estero, Corrientes, La Rioja, San Luis... para qué enumerarlas si todos pasamos por allì frecuentemente y vemos lo que sucede. Hacia el barrio Los Troncos, zona que se caracteriza por sus grandes chalets y bellos jardines, la situación no es muy diferente. En los cruces de calles, se escucha el sonido de los autos cuando golpean el suelo con la parte inferior o la gente que no puede cruzar en las esquinas por el estado de las veredas.

Hacia el sur de la ciudad, Puerto, Punta Mogotes, Faro, Alfar, Serena, San Patricio, Acantilados, el estado de las calles es aún peor, ya que sólo un pequeño porcentaje de las mismas se encuentran asfaltadas. No solo la lluvia que al mezclarse con la tierra origina pozos, barro y una barrera impenetrable para los autos, es un problema para el sur de la ciudad. Aún en días que no llueve y gracias a los precarios arreglos llevados a cabo por las sociedades de fomento que no parecen tomar riendas firmes en el asunto, los constantes pozos y las grietas perjudican y hasta impiden el normal tránsito de autos por la zona.

Primera Junta, El Progreso, Cerrito, El Jardín... zonas en las que las calles se encuentran igual o peor que en el resto de Mar del Plata. Hace años esta zona se inundaba o bien se formaban enormes charcos por el mal estado en el que se encontraban. Hoy continúa sucediendo esto, solo que con o sin lluvia, muchas de las calles por las que deberíamos poder transitar libremente, se han vuelto imposibles de atravesar por el estado mismo en el que se encuentran.

Propuestas que no se hacen oír, respuestas y soluciones inexistentes, escasos y precarios arreglos que solo estropean más el estado de las calles y un asfalto cada dìa más deteriorado y menos cuidado por las autoridades. ¿Es esta la Mar del Plata que todos queremos para vivir, trabajar y pasear? ¿Nos es placentero transitar por calles que deterioran nuestros automóviles? ¿Es positivo que nos acostumbremos a transitar solo por aquellas calles en regular estado? Las sociedades de fomento no toman cartas en el asunto, la Municipalidad y nuestros dirigentes políticos hacen oídos sordos al problema adjudicando que el capital para solventar el problema es muy elevado y que existen otras prioridades. Entonces nos quedaremos de brazos cruzados esperando a que los automóviles ya no puedan transitar y el asfalto termine quebrándose por completo. Ya se ha terminado la "vida legal" de muchas de nuestras calles y avenidas, pero la inversión para revertir esto no es la que mejora la situación.

¿Soluciones? ¿Proyectos? ¿Ideas a futuro? ¿Cambios? ¿Alternativas? Nada por ahora, solo preguntas, veredas y calles rotas, insultos de los conductores y los amortiguadores tan deteriorados como nuestra paciencia... esperar y esperar lo que no sabemos si algún día sucederá.

miércoles, 12 de marzo de 2008

Un Ángel entre cartones

Mar del Plata ofrece variadas alternativas para disfrutar de la ciudad y aprovechar los distintos paisajes. Pero esta hermosa ciudad balnearia, es muy diferente durante la noche, cuando los pocos turistas que aún disfrutan de sus vacaciones, se encuentran descansando o paseando por las calles céntricas o con actividad nocturna.

Pasadas las 2 de la mañana un carro arriado por un caballo de ojos cansados, se detiene en la esquina de Santiago del Estero y Belgrano. Sin demasiada luz, la poca gente que camina por la zona y algunos jóvenes que se preparan para salir a disfrutar de la noche marplatense, desvían su mirada para ver a un hombre relativamente joven que desciende de su carro para juntar unos pocos cartones apoyados contra el poste que indica el nombre de las calles. No es el único cartonero a esas horas, pero durante esta época, es la zona que frecuenta para salir a trabajar por las noches y recolectar los cartones y la basura que los comerciantes dejan sobre la vereda.

Ángel Hernán Domínguez, más conocido como “El chucho”, es un marplatense de 44 años, padre de 3 hijos y esposo de Laura, quien los fines de semana suele acompañarlo en su recorrido nocturno. Avanza rápidamente por las calles esquivando el tráfico sobre su carro arriado por “Pucho”, su fiel compañero equino de trabajo. Recoge cartones, plásticos, maderas y nylons que la gente arroja a la basura, para luego juntarlos y llevarlos al puerto, donde la mercadería es pesada y a cambio obtiene el dinero para mantener a su familia.

A pesar de su barba sin afeitar, su seño fruncido y la piel dañada, a Ángel no parece disgustarle la idea de recorrer las calles en busca de cartones. “Yo no me crié en la calle pero acá me siento libre y lo que hago me da algo de plata como para mantener a mi familia”. Es decir que naturalmente, “cartonear” nunca fue su sueño, pero es una alternativa que la vida le ha dado después de recibir varios golpes.

Ángel afirma que antiguamente trabajó en la construcción y que terminó el secundario en al escuela nocturna a los 37 años, lo que muestra su voluntad y su esfuerzo por progresar en la vida, aunque sin demasiada suerte, la cual él mismo atribuye a su fuerte adicción al alcohol. Lo echaron de varios trabajos por esta misma causa y la necesidad económica así como el hambre de sus hijos, lo subieron arriba de su carro de chapa y madera para recorrer las calles de Mar del Plata.

“De noche se ven otras cosas, todo se ve distinto en el centro” aseguró mientras juntaba y ordenaba unas cajas de cartón y agregó que “esta es mi zona y ningún otro compañero anda por acá, así como yo no me meto en la zona de otros para no tener problemas”. Es decir que parecería existir un código moral de convivencia entre los cartoneros para que nadie quede con las manos vacías a la hora de recorrer las calles. Luego en el puerto, tras el pesaje, según cuenta Ángel, los chistes no están de más en relación a lo que cada uno encontró y al dinero que cada cual cobra para llevar a su hogar.

Nuevamente arriba de su carro, me hizo entender que su vida no era tan desagradable por la libertad que la calle le ofrecía, pero que sin duda estaba en búsqueda constante de una alternativa que se convierta en una fuente de trabajo distinta y segura, aunque por el momento y desde hace dos años y unos meses, “cartonear” es lo único que suele hacer en la madrugada de la ciudad, además de alguna “changa” sin demasiada retribución económica.

Me despedí de Ángel con un sentimiento de nostalgia, pero al mismo tiempo de reconocimiento por su esfuerzo, ya que sus ganas de progresar parecían no dormirse y su buen humor no cesaba. Pucho comenzó a mover sus patas y el carro un poco destartalado volvió a retomar su andar por la calle. Había finalizado mi breve charla con un trabajador más pero distinto de la ciudad, aunque la noche para Ángel, recién comenzaba y aún le esperaban muchas esquinas con cartones por recolectar.